Entristecen las telas escogidas,
las indefensas ropas de los muertos
retratos en la sala. Tu sentida
pamela negra bajo un sol desierto,
desolada muchacha en la marina,
el absoluto puño del maestro
y el levantado cuello que termina
por un doblez sinceramente diestro.
Los alejados ojos aun ardiendo
con aquella orfandad que siempre abruma
en los rotos sillones de la vida,
que extrañamente quedan persiguiendo
el oro del espejo entre la bruma.
Entristecen sus cosas preferidas.
viernes, 23 de enero de 2009
EL LICEO
El hondo piano se acostumbra y calla
en la tarima que las noches guarda
como un oscuro lago de monedas.
Las estatuas, el polvo y la tristeza
del raido sillon que nadie usa,
las mamparas quemando su locura,
forman un reino que al caer conmueven.
No la llama, no el oro que detiene
la humareda final de los paisajes,
sino el silencio claro de la tarde
sueña la dulce noria del espacio
para las fiestas del espejo amargo.
Lentamente las sombras se deciden
y las arañas dejan lo que ciñe
las vigas misteriosas de primores.
El Domingo desciende con la noche
hacia el dormido corazon del pueblo.
en la tarima que las noches guarda
como un oscuro lago de monedas.
Las estatuas, el polvo y la tristeza
del raido sillon que nadie usa,
las mamparas quemando su locura,
forman un reino que al caer conmueven.
No la llama, no el oro que detiene
la humareda final de los paisajes,
sino el silencio claro de la tarde
sueña la dulce noria del espacio
para las fiestas del espejo amargo.
Lentamente las sombras se deciden
y las arañas dejan lo que ciñe
las vigas misteriosas de primores.
El Domingo desciende con la noche
hacia el dormido corazon del pueblo.
martes, 20 de enero de 2009
Acerca de la Luna
En fin, ella es la dueña
de las ruinas.
Los tristes animales
que apenas vemos, grillos
de ojos tediosos, y pacientes
escarabajos de coraza heráldica.
pueblan al sol la hierba
piadosa y firme, pero temen
su lívida mirada.
Pues ella
viene como quien huye, y todo
cuanto sus ojos miran
es solo un sueño.
Ella
duerme, y no espera
otro prodigio que el silencio
No tiene
otra promesa que su sueño.
de las ruinas.
Los tristes animales
que apenas vemos, grillos
de ojos tediosos, y pacientes
escarabajos de coraza heráldica.
pueblan al sol la hierba
piadosa y firme, pero temen
su lívida mirada.
Pues ella
viene como quien huye, y todo
cuanto sus ojos miran
es solo un sueño.
Ella
duerme, y no espera
otro prodigio que el silencio
No tiene
otra promesa que su sueño.
CANCIÓN DEL PARAÍSO PERDIDO
Es un rey, una giba
de púrpura, una bestia
de garra suave.
una colina.
Es
un barco feliz, una victoria
una
ciudád, el árbol mismo
de la vida.
¡Oh paraíso,
tumulto de la nube que se va
por el oro final hacia el silencio!
Cose, o Habla
Tu conversación tenía la fidelidad apacible de las telas
que te he visto coser de tarde a tarde
sentada justamente a la profunda orilla de la brisa.
Las paredes añiles como el tiempo, las plateadas cazuelas, te sirvieron
lo mismo que la luz antigua de la luna
para la sorda caverna que tus dias ahondan. Como, desde cuándo
estás asi en tu sitio, coses, o hablas
con un rumor confuso, inmemorial, que apenas rozan
las sandalias adornadas con minuscula letra,
el cascabel de la púrpura, o el pie inmensamente desnudo. Y yo alababa
las blancas telas en tu falda, la tranquila
dureza de tus manos, mi señora, mientras tú
sonriendo en el silencio repasas los poderosos hilos de la sombra.
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